domingo, 25 de enero de 2009

La última escapada


Llevabas muerta cinco días cuando a media tarde llamaron al timbre. Me lo temía. Sabía que en algún momento tendrían que interrogarme.
Asistí al breve relato de tu desaparición y fui debidamente informada del desarrollo de la investigación. Con una sonrisa forzada quise hacer como que no entendía nada pero la ansiedad empezó a delatarme.
El inspector me clavó su mirada. Al pedirme la documentación para verificar mi identidad, fue inútil disimular. Confesé. Yo no tenía la culpa de que mi nombre tuviera una doble vida. Junto a la fotografía del pasaporte, a Rosa ya no le acompañaba María.

3 comentarios:

Jesús dijo...

Todos somos un poco esquizofrénicos. Tenemos varias personalidades. Y es una suerte.
Podemos asesinar, resucitar... la que nos apetece cuándo y cómo queremos.
Lo que importa es que sepamos dónde estamos en cada momento: ser conscientes de quien somos.
Y que los nervios y la ansiedad no nos traicionen.

Un besote

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Cierto es el secreto de la intimidad, otra cosa es lo que los demás se creen que somos...un abrazo de un paisano en la distancia...

El antifaz dijo...

Joder! La policía siempre destapandolo todo. Aguafiestas.
Un beso.