sábado, 22 de agosto de 2009

El hechizo


Acurrucada en el refugio de mi sillón junto a la ventana, le oí cantar en su paseo nocturno. Había llegado el momento de conocerle. Sabía que si me acercaba, no podría resistirme al hechizo de la leyenda de quienes relataban algún encuentro. Aún sabiendo el riesgo que corría, siempre abrigué la idea de reunirme con él. Así fue como me dejé acariciar en su calidez y al compás de su baile supe que no habría vuelta atrás. No tardó en mostrar su verdadera cara. Su tibia melodía dio paso en un aullido despiadado. Nadie pudo ayudarme. En mi delirio, recordé vagamente que alguien dijo una vez "es el viento de los locos".