domingo, 11 de enero de 2009

La impostora


Apenas abría la puerta, todo sabía a ella. En el beso, en el silencio y en la disculpa. Me hablaba con cariño, mientras me seducía con su aparente inocencia y fingía con su falsa naturalidad. Como siempre, tan sencilla y cotidiana ella, hasta cuando reposaba sobre mi regazo, sabía tratarme con afecto.
Llegó el momento en que la descubrí. Fue imperdonable. Me di cuenta de que era una impostora llamada mentira que quería acabar con la verdad.

1 comentario:

Unos zarcillos pa mi luna : dijo...

En alguna de sus formas, y administrada en dosis pequeñas, igual es el remedio indicado.