
Llevabas muerta cinco días cuando a media tarde llamaron al timbre. Me lo temía. Sabía que en algún momento tendrían que interrogarme.
Asistí al breve relato de tu desaparición y fui debidamente informada del desarrollo de la investigación. Con una sonrisa forzada quise hacer como que no entendía nada pero la ansiedad empezó a delatarme.
El inspector me clavó su mirada. Al pedirme la documentación para verificar mi identidad, fue inútil disimular. Confesé. Yo no tenía la culpa de que mi nombre tuviera una doble vida. Junto a la fotografía del pasaporte, a Rosa ya no le acompañaba María.
Asistí al breve relato de tu desaparición y fui debidamente informada del desarrollo de la investigación. Con una sonrisa forzada quise hacer como que no entendía nada pero la ansiedad empezó a delatarme.
El inspector me clavó su mirada. Al pedirme la documentación para verificar mi identidad, fue inútil disimular. Confesé. Yo no tenía la culpa de que mi nombre tuviera una doble vida. Junto a la fotografía del pasaporte, a Rosa ya no le acompañaba María.