
Salvo quizás, por esa casi imperceptible gota de sangre seca sobre la almohada, él nunca hubiera sospechado. El dolor era inapreciable.
La lluvia golpeaba el cristal de la habitación y todavía faltaba algunas horas para que amaneciera. Tendidos sobre la cama, con el desorden aún de las sábanas, volvió a acariciar la piel sedosa de su cuerpo desnudo. Turbado por el deseo, ansiaba atesorar cuidadosamente aquel momento de fugaz felicidad.Súbitamente, sintió un escalofrío. Tal vez fuera fruto del delirio. Sus temores se hicieron realidad. Cuando ella lo miró, tras sus ojos brillantes y su leve sonrisa, unos incipientes colmillos asomaban entre sus voluptuosos labios.
4 comentarios:
No sabría decir cual de las dos versiones duele más, o cual produce más placer.
Un beso
huy..!! de miedo la pasión...habrá que venir con una ristra de ajos... saludos
Hola Clara otra vez. He cogido ya algunos relatos para FARO. Me falta tu nombre completo para identificarte en la revista. Un saludo. Mandame un correo si puedes.
que listo es el ama... todos estamos ansiosos por saber quien se esconde tan tan claro nombre... tus relatos breves pero llenos de verdad me tienen loco... eres grande... aunque seas pequeña... enhorabuena
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