martes, 16 de junio de 2009

La mesa número nueve


Aún recuerdo, aquel mes de febrero, en que circulaba un rumor por los cafés de Viena que tenía a todos los ciudadanos en vilo. Haciendo caso omiso a tan descabelladas habladurías y como desafío a un bulo supuestamente infundado, yo seguía puntual a mi cita matutina en el café de la esquina. En la mesa número ocho, junto a la prensa diaria, pasaba mi primera hora de la mañana entre olores a café y pastelería recién salida del horno, en un lugar privilegiado frente al ventanal. Serían cerca de la diez de la mañana, cuando un hombre cercano a los cincuenta empujó la puerta. En el descansillo, bajo un ventilador de aire caliente, se atusó con las palmas de las manos el resto de una melena de una añorada época hippie. Llegó apenas media hora después que yo, pasó detrás de mí y se instaló en la mesa contigua. Pidió un café, sin dejar de apartar los ojos de la calle mientras se quitaba la chaqueta pausadamente. Al cabo de unos minutos, llegó una mujer de edad incierta, caminó hacia mi mesa, me miró como si dudara en detenerse, pero prosiguió hasta la que se encontraba a mi lado. Mi vecino, tal vez por la impresión, ni siquiera hizo un gesto por levantarse. Se saludaron fríamente, pero con cierto aire de cordialidad, como a quien se espera, pero se ve por primera vez. Se sentó frente a él, de espaldas a la visión de los transeúntes caminando bajo la nieve, ni siquiera se molestó en quitarse el abrigo, solo en despojarse con sumo cuidado de unos guantes de cuero. Con una sonrisa gélida, sus manos se entrelazaron en un eterno silencio.
Hoy, después de tanto tiempo, sigo fiel al mismo café y al mismo lugar, junto a la estatua de piedra que ocupa la mesa número nueve.

20 comentarios:

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

un reencuentro??? una cita a la aventura??? muchas veces somos testigos de acciones que no entendemos o malinterpretamos...besos

Miguel dijo...

soy amante de los cafés antiguos. Su aroma, tradición, mágia.. un escenario perfecto para la genialidad de Clara.
Besotessssssssss

Alejandro Ramírez Giraldo dijo...

Muy buena la descripción, el lugar, la serenidad con la que se narra todo. Y la imagen final es estupenda.

José Alfonso dijo...

Alguna vez me "apunté" al relato breve e hiperbreve, cosechando fracasos. Admiro tu imaginación y capacidad. Supongo que es sana envidia cochina.
un abrazo.

Víctor dijo...

Este final me dejó de piedra. Ahora no puedo moverme del cibercafé desde donde leo tu relato. ¿Vendrá alguien a entrelazar mis manos?

Saludos lelos!

José Manuel dijo...

Clara:

Me encanta la descripción que haces del lugar, de los personajes, de la situación. ¿Sabes? se huele el aroma a café...y ese final que te deja de "piedra".

Gracias por esos momentos que nos regalas al leer tus relatos.

Un abrazo.

Claudia Sánchez dijo...

A que el rumor hablaba de La vuelta de Medusa?

Me gustó mucho!

Saludos!

Anónimo dijo...

Este tipo de cafés con solera, con historia, son algo muy especial. Me encantó tu relato. Gracias por felicitarme mi cumpleaños, amiga. Me hizo mucha ilusión. Un besazo.

Anónimo dijo...

¿Quiénes serían aquellas dos personas? Podría ser cualquiera, tal vez a diario presenciamos momentos así y nos pasan desapercibidos...

Besos, Claraaaaa!!!

José Alfonso dijo...

Gracias, Clara, por tu visita y palabra. Por supuesto; tendrás el relato.

Calvarian dijo...

Caray...Si es que...aunque me espero que me líes con el final...no dejas de sorprenderme. Genial. La mes 9 del café...Lo recordaré por si voy a viena. Vamos no me siente ni por casualidad jeje. Genial
Besix

Selu dijo...

A veces en un café, otra en un autobús o quizá en un banco en el parque. Pero desde luego, donde indefectiblemente siempre ocurre es, en el sofá sentado viendo el televisor.
Me encantan tus relatos

Soñadora dijo...

Cuál habrá sido la historia detrás de es estatua? De ese entrelazar eterno de manos? Queda a nuestra imaginación.
Besitos,

El antifaz dijo...

Te diré lo que se me ha venido a la cabeza: En la mesa número nueve hay una estatua, y en la número ocho, otra.
Besos.

BlueMoon dijo...

Me encanta el escenario de tu "extenso" micro-relato. Pero es un poco tarde y estoy cansada; posiblemente por eso he tenido que leerlo dos veces y, aún así, todavía no sé quién es la estatua de piedra. Tendré que seguir reflexionando.
Me ha gustado mucho.
Un besote.

Anónimo dijo...

Pasaba por aquí, para leerte de nuevo. Te dejo un beso y sigo esperando tus novedades. Cuídate.

stella dijo...

Interesante historia Clara, la imagen de las manos anudadas me ha gustado muchisimo, te sigo compañera
Un beso
Stellla

selom dijo...

Hola Clara, el placer ha sido mio, me alegro que te hayan gustado tanto como a mi tus microrelatos, que por cierto este es genial!, espero vernos muchas mas veces y agrandando nuestro patrimonio artistico y cultural :D

Sañudos

Eros dijo...

Hoy, después de tanto tiempo, sigo fiel al mismo café y al mismo lugar
junto a la estatua de piedra que ocupa la mesa número nueve...
Eros...

Svor dijo...

que bello y que mágicamente resuelto.
una historia de amor contadas como pocos.